Perfil de Mila Santonja

Mila Santonja exploró técnicas, paisajes y rostros a lo largo de su trayectoria y en todos ellos dejó su impronta.
En su taller, hoy virtual, queremos exponer una muestra de su obra y su vida

25 de agosto de 2013

ÚLTIMA SEMANA DE AGOSTO


Mañana, lunes 26, comienza la última semana de agosto. Ya se nota que la luz solar va siendo más condescendiente con nosotros y no nos ciega tanto como cuando vivimos la canícula de pleno verano. Septiembre se aproxima.
Esto me hace trasladar mis recuerdos en el tiempo y revivo por momentos, los que fueron mis finales de verano durante algunos años. Los días de playa debían ir acabando pues el inicio de curso se aproximaba. Como algo casual y  lógico (porque había que disfrutar de la masía) mi padre me llevaba al Mas Gran de Pellicer, la magnífica masía que la familia de mi madre poseía en Benilloba. Allí ya estaban mis tíos y primos, impregnados del espíritu campestre y esperándonos con los brazos abiertos a otra prima y a mí.
A mí siempre me gustaba ir. Lo pasábamos fenomenal y los días se nos hacían cortos ya que el campo daba mucho de sí y nos ofrecía inspiración de sobra como para organizar un sinfín de juegos y excursiones, al tiempo que conocíamos de primera mano, cómo vivían los borregos, cerdos, gallinas...y todo el resto de la parentela, así como también nos íbamos familiarizando con los cultivos de los productos del campo, con la fauna y con la flora. También recuerdo perfectamente, las tartas que mi tía Mª Carmen (excelente cocinera) nos hacía y cómo conseguía que colaboráramos en su confección llevándonos a buscar las mejores moras, manzanas o uvas y explicándonos cosas acerca de ellas. En otras ocasiones era Isabel, la masera, quien nos activaba las papilas gustativas con sus panes recién sacados del horno y que nos preparaba en excelentes rodajas con aceite nuestro, de la masía.
Dejando al margen las delicias de paladar, también era una delicia pasear en el remolque de la mula mecánica cuando el masero nos llevaba por todos los caminos entre bancales hasta llegar a una balsa grande y redonda que acumulaba el agua para el riego. Y no lo era menos esos baños en la balsa pequeña que de vez en cuando te sorprendían con algún renacuajo dentro del bañador o que, según días, resultaban imposibles por la cantidad de avispas que la rodeaban. 
Cabría referir muchos más momentos y anécdotas, pero si lo hiciera no acabaría nunca. Sin embargo, sí que quiero resaltar que los pocos días que allí pasaba (breves en el tiempo pero intensos en la felicidad), los recordaré siempre con mucho cariño y por ello estoy eternamente agradecida a mi familia por facilitarme esa especie de tránsito que me proporcionaban entre la playa y la ciudad.
 Como en las películas con final feliz, a mí ese tiempo me hacía salir con una amplia sonrisa de la sala de cine de verano.

Y para ilustrar este comentario de hoy, subo un óleo del Barranco de Sendra por el cual hemos dado muchos paseos.

La playa es magnífica pero el campo y la montaña no lo son menos. Lo ideal, como casi todo en la vida, es poderlo compaginar y saber apreciar lo bueno que cada uno nos ofrece, sin olvidar que nosotros también estamos obligados a entregar lo mejor de nosotros. Al hacer bien recibimos bien y, al dar bueno recibimos mejor.

Feliz domingo a todos !!!


BARRANCO  DE  SENDRA
Óleo sobre lienzo     58  X  67

Vendido